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Carlo A. Pelanda
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1995-3-16

16/3/1995

La nueva pobreza

CARLO PELANDA El riesgo de una nueva pobreza se combate creando las condiciones para que la política pueda crear capítal y el incremento de la difusión social de este refuerce la primera

En 1995 la economía mundial está creciendo. Pero tres distintas fuentes de pobreza la acechan: 1. regresión y polarización de la riqueza en Occidente; 2. desarrollo desigual e inestable en los países emergentes; 3. exclusión del desarrollo de los países que perinanecen estructuralmente subdesarrollados. Analicémoslas, por más que. sea esquemáticamente, para ver si existe una solución y si esta solución puede ser común.1. El riesgo de una nueva pobreza en Occidente. Tras concluir la recesión de los primeros años de la década de los noventa, la economía crece, pero los ricos se. hacen más ricos. y los pobres más pobres. La estructura económica se ha transformado: el capitalismo de masas está a punto de ser sustituido por una vuelta al, capitalismo desigual, en el que la riqueza tiende a polarizarse y a dividir en dos las sociedades nacionales, entre ricos y pobres. Las causas de este fenómeno regresivo suelen achacarse a la globalización de la economía y a la revolución tecnológica: los salarios más bajos que ofrecen los países emergentes arrebatan, el trabajo a los más desarrollados, en los que el coste de la vida es más elevado; las máquinas sustituyen a los hombres.. La modernización y globalización de la economía se están transformando en una fuente de riesgo dado que la estructura social está envejeciendo, creciendo y haciéndose más rígida: el capital humano no está suficientemente educado, el gasto público se vuelca en la burocracia en vez de en las inversiones productivas los costes laborales siguen siendo demasiado altos. En una palabra, los países occidentales se están desindustrializando y cada vez es menos la gente que tiene acceso al mercado.

Esta imagen cobra más claridad si se proyecta en el futuro de los próximos 20 años en el área de Europa occidental (la más amenazada en el contexto de los países desarrollados):

La automatización industrial, otras formas de progreso técnico, y las importaciones de los países emergentes constriñen la mano de obra empeñada en la industria y en los servicios que de- ella dependen. En 1990, ésta representaba en torno a un 35% ,del total de trabajadores. En el año 2010 se verá reducida a cer,ca del 20% de la población en edad productiva (en Estados Unidos ya se ha llegado a esta proporción).

- La necesidad de, disminuir el endeudamiento de los Estados y la evolución tecnológica reducen el volumen de personas que trabajan en el sector público; si en 1990 rondaba el 30%, en el 2010 podría verse reducido al 25%-20%. del total de la población activa.

- Incluso la agricultura muestra una tendencia descendente: en 1990 empleaba. una fuerza laboral cercana al 5% y dentro de 20 años podría descender al 2% o 3% del total.

- Si todo sigue evolucionando como hasta ahora, cerca del 30%-40% de la población europea podría encontrarse en situación de subempleo o desempleo a finales del primer decenio de la década de los 2000. Un destino similar, aunque con cifras menos dramáticas, aguardaría tanto a América del Norte como a Japón.

2.5 riesgo de inestabilidad de los países emergentes. La globalización del capital y de los procesos industriales ha favorecido a los países en vías de desarrollo capaces de ofrecer una cierta calidad productiva y bajos costes laborales. En menos de una década, China, India, Malasia, Indonesia, Chile," Argentina, México..., se han transformado en nuevos países industriales (con tasas de crecimiento superiores al 10% anual en algunos casos). Pero la propia velocidad de la nueva industrialización ha creado un profundo desequilibrio social.

En China, por ejemplo, tan sólo las zonas costeras se rigen por un régimen de libre mercado, mientras que 500 -millones de campesinos, en el interior del país,se encuentran anclado en el viejo ,sistema de supervivencia rural: la inflación se dispara, el Estado- no dispone de un sistema fiscal modeno y la política se rige por reglas conocidas. En general, está llegando a su conclusión el primer ciclo de desarrollo de los países emergentes. Esto se ha caracterizado por una situación en la que la economía podía des pegar sin necesidad de profundas transformaciones en las instituciones financieras, sociales y políticas. Pero, en breve, las des igualdades sociales, el retraso político y la debilidad financiera se harán más evidentes provocando crisis de inestabilidad. Ya estáo curriendo en México, y todos los países de reciente industrialización están expuestos y son vulnerables a crisis de este tipo.

3. La pobreza estructural. El África negra, parte de los países islámicos, algunas zonas de Asia y América Latina, permanecen en condiciones de subdesarrollo absoluto en cuanto que en sus territonos no existían y no existen los requisitos mínimos para atraer a los circuitos de capital internacionalizadó o por crear el suyo propio. Estos países han sido financiados artificialmente durante el periodo de guerra-fría por una u otra de las partes por motivos de dominio estratégico. Hoy estos motivos han desaparecido. Además, los presupuestos de los países ricos son presa de una deuda creciente y por tanto faltan, y faltarán cada vez más, recursos para intervenir por razones de solidaridad o de financiación en base a intereses e9tratégico-económicos propios.Justo en el momento en que la economía global del planeta se encuentra en fase de crecimiento se está forjando un escenario de nueva pobreza y de persistencia de la antigua. ¿Es posible evitarlo? La respuesta es sí, pero a condición de que el mercado global se dote de una nueva arquitectura política. El mercado es ya verdaderamente global y la crisis de una parte o una decisión política basada en intereses nacionales de cortas miras pueden traducirse en un desastre para todos. El mercado global existe, pero no hay una estructura integrada capaz de gobernar los ciclos.El riesgo de nueva pobreza, en las tres formas antedichas, sólo puede combatirse integrando progresivamente el mercado in temacional. La primera fase debe desembocar en la creación de un mercado único euroamericano capaz de integrar las economías ya homogéneas en base a su nivel de riqueza y forma política. La riqueza se construye creando mercado. Hacer mercado significa dos cosas: a) ampliar la zona en la que la economía se rige por reglas y estructuras políticas seguras; b) otorgar la máxima libertad a los procesos económicos. La sinergia entre Europa y Amé rica daría como resulta do una re industrialización global del sis tema. La segunda fase debe comportar la asociación a la nueva área euroamericana de las economías emergentes y de Japón. En este proceso serían cruciales las inversiones destinadas a afianzar la estabilidad política y financiera de los países de nueva industrialización. La tercera fase se carácterizana por extender la política crediticia e integradora a la modernización en el , sentido occidental, por más que sea lenta dadas las condiciones de partida, de los países del Cuarto Mundo.

El escenario final consistiría en un orden mundial en el que la confianza en la estabilidad política del sistema global crea capital facilitando los préstamos, y por tanto las inversiones industriales a largo plazo. Esta financiación, a través de. una creciente conflanza en el futuro, sena a su. vez la base de postenores reforzamientos de la estabilidad política. En resumen, el riesgo de nueva pobreza se combate creando las condiciones necesarias para que la política pueda crear capital y el incremento de la difusión social de este último pueda reforzar la primera. Toda solución debe desembocar en idéntico resultado. Los modos para alcanzarlo pueden diferir en los detalles.Si contemplamos lo que sucede hoy en día debemos concluir que los actores políticos de la escena mundial se encuentran muy lejos de este escenario. Pero en cuanto el riesgo de la nueva pobreza se haga más evidente llegarán a la conclusión de que la única perspectiva posible es la aquí descrita. Si caen en la cuenta por adelantado quizá se pudiera evitar pagar un alto- coste social en la transición hacia el nuevo modelo.

Carlo Pelanda es profesor de la Universidad de Georgia (EE UU).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de marzo de 1995

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